Al respecto de Alfredo Bryce, un tímido (y poco ducho en asuntos de Internet) amigo mío me alcanzó un comentario, vía e-mail, que no llego a tipear [interprétese: ‘no tuvo tiempo’ … léase: ‘no supo como’] en la sección para comentarios de este blog. Aquí lo aliño y explico …
Y es que todos los plagios de los que se le acusa a Bryce han sido comprobados en los artículos periodísticos que él firma, mas no en sus novelas. Resulta que el autor de "El huerto de mi amada" y “Un mundo para Julius” tendría el mismo problema del cual otro grande de la literatura, Hemingway, adolecía: el alcoholismo.
Fue el mismo director de la Biblioteca Nacional del Perú, Hugo Neyra quien tildó al escritor [Bryce] de alcohólico y plagiario, además de añadir: “El fantasma de Alfredo Bryce Echenique es Mario Vargas Llosa, porque le tiene envidia intelectual por no poder escribir cosas de viajero como él”.
Y así como Hemingway fue enrostrado y vapuleado a raíz de su afición a la bebida, de sus compañeros de pesca, de sus compadres borrachos y pendencieros de “El Floridita” y de sus debacles con mujeres alcohólicas, es ahora Bryce el que empieza a soportar similar maltrato.
En alguna oportunidad, Bryce se refirió a Hemingway como el escritor que “concibió la literatura como un sacerdocio". Me parece que estos últimos tiempos, el escritor peruano está empezando a sentir en carne propia lo que es vivir las opciones de esta vocación: la renuncia, el servicio y la no proyección del presente y del porvenir según criterios propios.
Termino con una frase del breve comentario de este amigo mío: " … muchas veces él [Bryce] escribe esos artículos ‘en bomba’ y luego cree que son de él”.
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